La tendinopatía del tendón de Aquiles es una lesión frecuente tanto en atletas como en personas físicamente activas, caracterizada por dolor localizado, rigidez matutina y disfunción en la parte posterior del tobillo. Este tipo de patología puede presentarse tanto en su forma insercional como en su variante media, siendo esta última la más común. Su desarrollo está vinculado a sobrecargas repetitivas, microtraumatismos acumulativos y alteraciones en la mecánica de la marcha o carrera.
En la práctica clínica, el manejo conservador ha sido la estrategia terapéutica de elección en los estadios iniciales y crónicos de la tendinopatía aquílea. Dentro de este abordaje, el ejercicio excéntrico ha cobrado un protagonismo relevante debido a su capacidad para promover procesos de regeneración tendinosa, reeducación neuromuscular y disminución del dolor. Esta revisión bibliográfica analiza la eficacia del ejercicio excéntrico en el tratamiento de esta patología, destacando su utilidad clínica y fundamentos terapéuticos.
La tendinopatía del tendón de Aquiles no debe considerarse una simple inflamación, sino una degeneración progresiva del tejido tendinoso. El término “tendinopatía” abarca procesos patológicos como la tendinosis y la paratendinitis, en los que se observan cambios estructurales como desorganización de las fibras de colágeno, neovascularización, engrosamiento del tendón y proliferación de sustancia fundamental.
Los principales factores de riesgo incluyen errores en la planificación del entrenamiento, alteraciones biomecánicas del pie y tobillo, debilidad muscular del tríceps sural, uso de calzado inadecuado y disminución de la flexibilidad de la cadena posterior. La clínica suele manifestarse con dolor al inicio del movimiento que puede mejorar con la actividad y recrudecer posteriormente, asociado a sensación de rigidez matutina y disminución del rendimiento físico.
El ejercicio excéntrico se basa en la contracción muscular durante el alargamiento del músculo, lo que genera una estimulación mecánica de alta carga en el tejido tendinoso. Este estímulo induce una respuesta adaptativa que incluye la reorganización de las fibras colágenas, el descenso de la vascularización patológica y una mejora en las propiedades viscoelásticas del tendón.
Además de los efectos mecánicos, se ha descrito una acción analgésica mediada por el sistema nervioso central, que contribuye a la modulación del dolor crónico en pacientes con tendinopatía.
El protocolo más utilizado consiste en realizar ejercicios de bajada del talón desde una superficie elevada, con la rodilla extendida y flexionada, tres series de 15 repeticiones, dos veces al día durante al menos doce semanas.
El tratamiento mediante ejercicio excéntrico debe iniciarse una vez superada la fase aguda de dolor incapacitante. Es fundamental una valoración inicial que permita determinar la localización de la tendinopatía, su cronicidad, y las capacidades funcionales del paciente. La progresión debe ser gradual, comenzando con ejercicios en descarga o carga parcial, para luego avanzar hacia ejercicios en bipedestación completa, con o sin asistencia manual.
El control del dolor es esencial durante la ejecución del ejercicio. Se considera aceptable un nivel de molestia leve durante o después de la sesión, siempre que no impida la progresión funcional ni provoque recaídas. En fases avanzadas, puede incorporarse sobrecarga adicional mediante el uso de mochilas con peso o máquinas de resistencia, además de ejercicios pliométricos y funcionales orientados a la reincorporación deportiva.
Diversos estudios clínicos han documentado mejoras significativas en la percepción del dolor, la capacidad funcional y la fuerza isocinética del tríceps sural tras programas de ejercicio excéntrico.
La adherencia al tratamiento es un factor clave en la efectividad del mismo. Se ha observado que los pacientes que completan los programas de al menos doce semanas presentan una tasa de recuperación superior al 60%, con reintegración progresiva a sus actividades deportivas y laborales.
En comparación con otras técnicas conservadoras como el ultrasonido, la electroterapia o los agentes físicos pasivos, el ejercicio excéntrico muestra resultados más sostenidos a medio y largo plazo. Es también menos costoso y puede ser autogestionado por el paciente bajo supervisión profesional periódica.
La combinación del ejercicio excéntrico con otras estrategias como la terapia manual, el entrenamiento de control motor, y la educación terapéutica ha demostrado optimizar los resultados clínicos.
En casos refractarios, puede ser útil complementar con intervenciones como la punción seca ecoguiada, la electrólisis percutánea o las ondas de choque, pero el ejercicio sigue siendo el eje fundamental del tratamiento.
La implementación de programas excéntricos requiere una planificación individualizada. No todos los pacientes responden de igual forma al mismo estímulo, por lo que es necesario ajustar la intensidad, el volumen y la progresión de los ejercicios según la evolución clínica. Es aconsejable iniciar la intervención bajo supervisión fisioterapéutica para garantizar la correcta ejecución técnica y prevenir errores que puedan agravar la lesión.
Además, debe integrarse un análisis biomecánico global del paciente para identificar factores contribuyentes como la pronación excesiva del pie, la debilidad glútea o la desalineación pélvica. La intervención sobre estos factores asociados es crucial para prevenir recaídas.
En el ámbito deportivo, es fundamental que el retorno a la competición se realice de forma progresiva y con parámetros de carga controlados. La inclusión de trabajo neuromuscular, propiocepción y ejercicios de resistencia específicos al deporte son esenciales en la última fase de la rehabilitación.
El ejercicio excéntrico ha demostrado ser una herramienta terapéutica altamente eficaz en el tratamiento de la tendinopatía del tendón de Aquiles. Su capacidad para promover la regeneración estructural del tendón, mejorar el control neuromuscular y reducir el dolor lo posicionan como tratamiento de elección en la fisioterapia musculoesquelética. La planificación individualizada, el acompañamiento profesional y la integración de un enfoque multifactorial son claves para alcanzar el éxito terapéutico y evitar la cronificación del cuadro clínico.