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La tendinopatía rotuliana, también conocida como "rodilla del saltador", es una de las afecciones más comunes del aparato locomotor en deportistas que realizan actividades con saltos frecuentes, aceleraciones rápidas y contracciones excéntricas del cuádriceps. Se manifiesta como dolor en el polo inferior de la rótula, limitación funcional y, en muchos casos, engrosamiento del tendón rotuliano. Esta condición afecta el rendimiento deportivo y puede volverse crónica si no se trata de manera adecuada.
Los tratamientos conservadores tradicionales incluyen reposo relativo, aplicación de frío local, ejercicios excéntricos y terapia manual. Sin embargo, en los últimos años, la terapia con ondas de choque ha emergido como una opción prometedora para el tratamiento de tendinopatías, ofreciendo resultados positivos en dolor, funcionalidad y calidad de vida del deportista.
La tendinopatía rotuliana se produce por la sobrecarga repetitiva del tendón rotuliano, especialmente durante movimientos de extensión de rodilla con resistencia, lo que genera microtraumatismos acumulativos. A lo largo del tiempo, el tejido tendinoso sufre alteraciones estructurales como degeneración del colágeno, aumento de la vascularización y engrosamiento del tendón. Estos cambios afectan la capacidad funcional del tendón, provocando dolor y disminución del rendimiento muscular.
Entre los factores predisponentes se encuentran la técnica deportiva inadecuada, el entrenamiento excesivo sin periodos de recuperación adecuados, la rigidez en la cadena posterior, el desequilibrio muscular y la alineación deficiente de los miembros inferiores. La evaluación clínica se basa en la historia del paciente, la palpación dolorosa en el tendón rotuliano y pruebas funcionales específicas que reproducen el dolor.
Las ondas de choque son impulsos acústicos de alta energía que, al ser aplicados sobre tejidos afectados, inducen una respuesta biológica orientada a la regeneración. Estas ondas se transmiten a través de la piel hasta el tendón lesionado, generando efectos fisiológicos que incluyen aumento de la circulación local, estimulación de la síntesis de colágeno, reducción de la inflamación y eliminación de terminaciones nerviosas dolorosas.
La aplicación de ondas de choque puede realizarse de forma radial o focal, dependiendo del tipo de dispositivo utilizado y de la localización de la lesión. En el caso de la tendinopatía rotuliana, el tratamiento radial se aplica de forma superficial sobre el área afectada, en sesiones semanales durante un periodo de cuatro a seis semanas.
El procedimiento es generalmente bien tolerado, aunque puede generar molestias leves durante la aplicación. La intensidad y el número de impulsos se ajustan en función del umbral de dolor del paciente, buscando mantener la comodidad sin comprometer la efectividad del tratamiento.
El efecto de las ondas de choque no es inmediato. Durante las primeras sesiones, es posible que el dolor no disminuya significativamente, pero la respuesta terapéutica comienza a evidenciarse tras dos o tres semanas. Se ha observado una mejora progresiva en la reducción del dolor, aumento de la funcionalidad y recuperación de la fuerza muscular.
Una ventaja significativa de este tratamiento es que permite mantener un cierto nivel de actividad física durante el proceso de recuperación, lo que evita la pérdida de condición física. La mayoría de los protocolos actuales combinan la aplicación de ondas de choque con ejercicios terapéuticos orientados a la reactivación del cuádriceps y la mejora de la biomecánica.
En deportistas de alto rendimiento, el tratamiento con ondas de choque ha mostrado ser eficaz en la disminución del tiempo de baja deportiva y en la reducción de la recurrencia de síntomas. El retorno al deporte se produce generalmente con una progresión gradual, respetando la evolución clínica del paciente y la respuesta al tratamiento.
A diferencia de otros métodos conservadores como el reposo, los analgésicos o las infiltraciones, la terapia con ondas de choque actúa directamente sobre el tejido lesionado, estimulando la recuperación sin necesidad de medicamentos o intervenciones invasivas. Si bien el ejercicio excéntrico sigue siendo una herramienta fundamental, la combinación con ondas de choque ha mostrado potenciar los resultados en casos resistentes o crónicos.
La cirugía se reserva para casos excepcionales, cuando el tratamiento conservador no ha sido efectivo tras varios meses de intervención. En comparación, la terapia con ondas de choque ofrece una opción más segura, menos costosa y con menor tiempo de recuperación.
En la práctica clínica, la implementación del tratamiento con ondas de choque debe estar precedida por una evaluación funcional detallada. El fisioterapeuta debe establecer un plan de tratamiento individualizado, definiendo los parámetros de aplicación, la frecuencia de las sesiones y los objetivos a corto, medio y largo plazo.
Además, es fundamental realizar una educación terapéutica adecuada, informando al deportista sobre el mecanismo de acción del tratamiento, las expectativas reales de recuperación y la importancia de cumplir con las recomendaciones post-tratamiento.
El abordaje debe ser integral, incluyendo ejercicios de fortalecimiento, control neuromuscular, corrección postural y estrategias de prevención. Un buen seguimiento clínico garantiza la adaptación progresiva de las cargas y la reincorporación segura al entrenamiento deportivo.
La terapia con ondas de choque representa una herramienta efectiva y no invasiva en el tratamiento de la tendinopatía rotuliana en deportistas. Su capacidad para estimular la regeneración del tejido tendinoso, reducir el dolor y mejorar la funcionalidad la posiciona como una opción de primera línea en el manejo conservador de esta patología.
La combinación de ondas de choque con un programa de ejercicios terapéuticos estructurado y supervisado permite resultados clínicos favorables, con una disminución significativa del dolor, mejora de la fuerza y retorno al rendimiento deportivo. Su implementación debe ser realizada por profesionales capacitados, garantizando una correcta dosificación y un enfoque centrado en el paciente.
