El vértigo posicional paroxístico benigno (VPPB) es uno de los trastornos vestibulares periféricos más comunes, caracterizado por episodios breves de vértigo desencadenados por cambios de posición de la cabeza. Aunque no representa una amenaza vital, su impacto en la calidad de vida es considerable, especialmente en adultos mayores y personas activas que ven afectado su equilibrio, autonomía y rendimiento funcional.
En este contexto, la fisioterapia vestibular ha demostrado una eficacia destacable en el tratamiento del VPPB, posicionándose como una alternativa terapéutica de primera línea, segura, rápida y de bajo coste. A través de maniobras específicas de reposicionamiento canalicular, así como ejercicios de habituación y adaptación, es posible resolver la mayoría de los episodios sin necesidad de intervención farmacológica.
El VPPB se produce por el desplazamiento anómalo de los otolitos (otoconias), pequeños cristales de carbonato de calcio que se desprenden de la mácula utricular y migran hacia los canales semicirculares, generalmente el posterior. Este fenómeno altera la dinámica del endolinfa y provoca una activación errónea de los receptores vestibulares durante los cambios posturales de la cabeza, generando la sensación de vértigo.
Las causas pueden ser idiopáticas (la mayoría), postraumáticas o secundarias a infecciones, cirugías del oído interno o periodos de inmovilización prolongada. La localización más frecuente es el canal posterior, aunque también puede afectar al lateral o anterior, en cuyo caso la presentación clínica puede variar.
Los síntomas típicos incluyen vértigo rotatorio de segundos de duración, desencadenado por giros de cabeza, con posible presencia de nistagmo y sensación de inestabilidad residual. El diagnóstico se confirma mediante maniobras de provocación como la maniobra de Dix-Hallpike o la prueba de giro cefálico supino.
El tratamiento fisioterapéutico del VPPB se basa en la realización de maniobras de reposicionamiento canalicular, diseñadas para movilizar los otolitos fuera del canal semicircular afectado y devolverlos al utrículo, donde ya no provocan síntomas. Estas maniobras se adaptan en función del canal comprometido y la respuesta del paciente.
La maniobra de Epley, desarrollada por John Epley, es la técnica más utilizada para el VPPB del canal posterior, y consiste en una serie de cambios secuenciales de posición con el objetivo de aprovechar la gravedad para reposicionar las otoconias. Su aplicación por parte de fisioterapeutas entrenados ha demostrado una tasa de éxito superior al 80% desde la primera sesión.
En los casos en que el canal afectado es el horizontal, se aplican maniobras como la de Lempert o “barbecue roll”, mientras que para el canal anterior, menos común, existen variantes específicas adaptadas al vector de gravedad requerido.
Los estudios incluidos en la revisión sistemática analizada demuestran que la fisioterapia vestibular presenta una alta tasa de resolución de síntomas, incluso con una única sesión de tratamiento. Entre los beneficios clínicos observados destacan:
Además, se ha comprobado que las maniobras de reposicionamiento son más eficaces cuando se acompañan de educación al paciente sobre cómo evitar movimientos bruscos en las 24-48 horas posteriores y qué hacer en caso de recurrencia.
En pacientes con síntomas residuales o vértigo persistente tras varias sesiones, se recomienda complementar el tratamiento con ejercicios de habituación (como los de Cawthorne-Cooksey) y entrenamiento del equilibrio. Estas intervenciones buscan:
Los ejercicios se adaptan progresivamente al nivel de tolerancia del paciente y pueden realizarse tanto en consulta como en domicilio, siempre con seguimiento fisioterapéutico.
El fisioterapeuta especializado en rehabilitación vestibular debe poseer competencias avanzadas en:
Su papel no se limita a la intervención puntual, sino que abarca también el seguimiento longitudinal, la detección de signos de alarma neurológicos que requieran derivación médica, y la planificación de estrategias preventivas en pacientes con recurrencias frecuentes.
En contextos como el adulto mayor o el deportista, el tratamiento del VPPB no solo tiene un impacto sobre los síntomas, sino también sobre la confianza en el movimiento, la autonomía funcional y la prevención de caídas o accidentes.
A pesar de su alta efectividad, el tratamiento fisioterapéutico del VPPB puede enfrentarse a ciertas limitaciones. Entre ellas, destacan:
Asimismo, se debe tener precaución en pacientes con patología cervical, problemas ortopédicos o riesgo cardiovascular, ya que algunas posiciones de la cabeza y el tronco pueden no ser bien toleradas.
El tratamiento del VPPB exige una formación específica en fisioterapia vestibular y en técnicas de reposicionamiento canalicular. Plataformas como FisioCampus ofrecen programas especializados que abarcan:
Maniobras diagnósticas y terapéuticas para VPPB.
Estas formaciones permiten al fisioterapeuta actuar con seguridad, eficacia y basándose en la mejor evidencia disponible.
La fisioterapia vestibular, mediante maniobras de reposicionamiento y ejercicios específicos, representa una intervención de alta eficacia en el tratamiento del vértigo posicional paroxístico benigno. Su aplicación temprana y precisa permite una rápida resolución de los síntomas, mejora la calidad de vida y reduce la dependencia farmacológica. El fisioterapeuta, debidamente formado, juega un rol clave en el diagnóstico funcional, el tratamiento y la prevención de recurrencias, siendo un pilar esencial en el manejo integral del paciente con VPPB.