La fibrosis quística (FQ) es una enfermedad genética multisistémica de carácter crónico que afecta principalmente a las glándulas exocrinas. Se caracteriza por una alteración en el transporte de sodio y cloro a nivel epitelial, lo que da lugar a secreciones espesas y viscosas, especialmente en el aparato respiratorio.
En niños, la afectación pulmonar suele ser progresiva y constituye la principal causa de morbilidad y mortalidad asociada a la enfermedad. Por ello, la fisioterapia respiratoria pediátrica es una herramienta clave en el manejo clínico de estos pacientes, ya que permite mejorar la ventilación, facilitar el drenaje de secreciones y preservar la función pulmonar.
Este artículo presenta una revisión actualizada de las técnicas de higiene bronquial más utilizadas en pacientes pediátricos con FQ, su fundamentación fisiológica y las claves prácticas para su aplicación clínica.
La FQ provoca un defecto en el canal CFTR (Cystic Fibrosis Transmembrane Conductance Regulator), lo que genera un desequilibrio en el transporte iónico de los epitelios respiratorios. Como consecuencia, se forma moco espeso y deshidratado, difícil de eliminar, que obstruye los bronquios y favorece la colonización bacteriana crónica.
Las complicaciones respiratorias típicas incluyen:
La acumulación de secreciones impide la ventilación alveolar eficiente, aumenta el trabajo respiratorio y provoca un deterioro gradual de la función pulmonar. Aquí es donde la fisioterapia respiratoria desempeña un papel preventivo y terapéutico fundamental.
El abordaje fisioterapéutico en niños con FQ debe ser continuo, adaptado a la edad, al estado clínico y a la etapa evolutiva del paciente. Sus objetivos principales son:
La intervención debe iniciarse desde etapas tempranas, idealmente desde el diagnóstico, y mantenerse como parte de la rutina diaria del paciente.
A lo largo de los años, se han desarrollado y validado diferentes técnicas de fisioterapia respiratoria para facilitar el drenaje de secreciones en pacientes con FQ. A continuación, se describen las más empleadas en población pediátrica.
Consiste en una técnica activa de control de la respiración basada en el flujo espiratorio controlado. El paciente aprende a movilizar las secreciones desde las vías pequeñas hacia las grandes mediante tres fases:
Es una técnica eficaz, no invasiva y que puede ser autoadministrada a partir de los 8–10 años.
Indicada principalmente en lactantes y niños menores de 3 años. Consiste en una espiración pasiva lenta que se induce mediante la compresión toracoabdominal suave durante la espiración espontánea, buscando alcanzar volúmenes residuales. Suele combinarse con estimulación manual del reflejo de la tos.
Se realiza en decúbito dorsal y permite movilizar secreciones desde zonas distales hacia centrales sin generar fatiga.
Muy utilizado en niños mayores y adolescentes. Integra tres fases:
Es una técnica bien tolerada, que mejora la ventilación y la movilidad del moco.
Incluyen dispositivos como el Acapella®, Flutter® o Aerobika®, que generan una resistencia al flujo espiratorio y producen vibraciones intrapulmonares.
Estas oscilaciones ayudan a:
Suelen utilizarse en combinación con el ciclo activo o ejercicios de respiración profunda.
Se utiliza una mascarilla con válvula que ofrece resistencia a la espiración. Permite mejorar la ventilación colateral, movilizar secreciones desde zonas periféricas y prevenir colapsos bronquiales.
Puede utilizarse desde edades tempranas, incluso en niños pequeños con supervisión.
Aunque en desuso en algunos entornos, siguen siendo útiles en determinadas situaciones (exacerbaciones agudas, pacientes no colaboradores). Se aplican sobre el tórax para facilitar el desprendimiento de secreciones.
La combinación de fisioterapia respiratoria con ejercicio aeróbico (caminar, correr, nadar) o lúdico (juegos, circuitos) es fundamental, ya que:
El fisioterapeuta debe adaptar las actividades según la edad, capacidad física y preferencia del niño.
En pacientes pediátricos con FQ, el éxito de la fisioterapia respiratoria depende en gran medida de la implicación familiar. Por tanto, es clave:
La adherencia terapéutica se potencia mediante intervenciones personalizadas, seguimiento cercano y apoyo psicológico.
La intervención debe ser reevaluada periódicamente para:
La fisioterapia respiratoria debe integrarse dentro del equipo multidisciplinar, junto con neumólogos, nutricionistas, psicólogos y trabajadores sociales.
Para abordar de forma eficaz a niños a través de la Fisioterapia y las diversas patologías respiratorias, es necesario contar con una formación específica que permita aplicar técnicas seguras, actualizadas y adaptadas a cada etapa del desarrollo.
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La fisioterapia respiratoria es una herramienta esencial en el tratamiento de la fibrosis quística pediátrica. Su objetivo no es solo movilizar secreciones, sino también preservar la función pulmonar, prevenir complicaciones y mejorar la calidad de vida del niño y su entorno familiar.
La selección adecuada de técnicas, la adaptación a la edad y la integración con ejercicio físico y educación terapéutica permiten optimizar los resultados clínicos. El fisioterapeuta pediátrico debe actuar como educador, acompañante y especialista técnico, formando parte activa del equipo que acompaña a estos niños a lo largo de su desarrollo.