La tendinopatía rotuliana crónica, también conocida como “rodilla del saltador”, es una patología frecuente en deportes que implican saltos y cambios de dirección como el baloncesto, voleibol o atletismo. Se caracteriza por dolor persistente en el polo inferior de la rótula, afectando de forma significativa el rendimiento y la calidad de vida del deportista.
En los últimos años, las estrategias de tratamiento conservador han evolucionado gracias a la introducción de técnicas innovadoras, entre las que destaca la electrólisis percutánea intratisular (EPI®), una técnica mínimamente invasiva que ha ganado popularidad por su capacidad para promover la regeneración tisular en tendones degenerados.
Este artículo explora la efectividad de la EPI® en las tendinopatías crónicas del tendón rotuliano, basándose en la evidencia científica publicada por Valera-Garrido y colaboradores (1), con el objetivo de proporcionar a los fisioterapeutas una visión actualizada y crítica sobre esta intervención.
La electrólisis percutánea intratisular (EPI®) es una técnica desarrollada por José Manuel Sánchez-Ibáñez, que consiste en la aplicación ecoguiada de una corriente galvánica a través de una aguja de acupuntura insertada directamente en el tejido tendinoso degenerado. Esta corriente provoca una reacción electroquímica que induce una respuesta inflamatoria controlada, permitiendo la fagocitosis del tejido dañado y estimulando la regeneración del tendón.
A diferencia de otras técnicas invasivas como el “dry needling”, la EPI® actúa a nivel celular y molecular, acelerando los procesos de reparación mediante la activación de macrófagos y la estimulación de factores de crecimiento endógenos.
La tendinopatía crónica del tendón rotuliano es el resultado de un proceso degenerativo no inflamatorio, conocido como tendinosis, en el cual el colágeno se desorganiza, hay neovascularización y un fracaso en la reparación tisular. Esta condición se asocia frecuentemente con sobrecarga mecánica, técnica deportiva inadecuada y deficiencias biomecánicas.
Los tratamientos tradicionales como el reposo, los antiinflamatorios o la fisioterapia convencional, en muchos casos, resultan insuficientes para resolver el cuadro, especialmente en estadios crónicos. En este contexto, la EPI® surge como una alternativa terapéutica regenerativa, especialmente útil en pacientes que no responden al tratamiento conservador.
El estudio de Valera-Garrido et al. (1) presenta una serie de casos clínicos en los que se aplicó EPI® en pacientes con tendinopatía rotuliana crónica, obteniendo resultados clínicamente significativos en la mejora del dolor, la funcionalidad y la estructura del tendón.
Estos hallazgos apoyan la eficacia de la EPI® como parte del tratamiento multimodal, especialmente cuando se combina con ejercicio excéntrico y control de cargas.
La técnica EPI® debe ser aplicada por fisioterapeutas formados y certificados, utilizando ecografía musculoesquelética para asegurar la precisión en la localización del tejido diana.
El protocolo terapéutico propuesto incluye:
La frecuencia suele ser de una sesión semanal durante 3 a 5 semanas, aunque puede variar según la cronicidad y evolución del cuadro clínico.
Los efectos beneficiosos de la EPI® se fundamentan en los siguientes mecanismos:
Estos efectos contribuyen a restablecer una matriz extracelular funcional, condición indispensable para la recuperación biomecánica del tendón.
En relación con técnicas como la punción seca, ondas de choque o infiltraciones, la EPI® ha demostrado una eficacia superior en tendinopatías crónicas debido a su capacidad para inducir un proceso biológico activo de regeneración.
Además, se ha observado que su aplicación ecoguiada permite una mayor especificidad, evitando estructuras adyacentes y reduciendo riesgos.
Pese a sus beneficios, la técnica no está exenta de limitaciones:
Se debe realizar una evaluación clínica y ecográfica exhaustiva para individualizar la indicación terapéutica.
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La electrólisis percutánea intratisular (EPI®) representa una herramienta terapéutica avanzada y eficaz en el tratamiento de las tendinopatías crónicas del tendón rotuliano, especialmente en casos refractarios a otras intervenciones. Su capacidad para promover la regeneración tisular y mejorar el dolor y la función la posiciona como una opción de primera línea en el manejo fisioterapéutico moderno.
No obstante, su éxito depende de una correcta indicación, la combinación con ejercicio terapéutico y el conocimiento profundo de su fisiología de acción. La actualización y formación continua del fisioterapeuta es clave para una aplicación clínica responsable y basada en la evidencia.