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El lipedema es una enfermedad crónica muy extendida a nivel mundial, afectando aproximadamente a un 10% de la población mundial y casi en exclusiva a las mujeres. Se caracteriza por una distribución anormal y desproporcional de la grasa en las extremidades, la cual puede generar mucho dolor y discapacidad, deterioro del funcionamiento y de las actividades cotidianas y angustia psicosocial.
Esta condición se presenta como una acumulación de grasa simétrica y dolorosa, que puede causar sensibilidad al tacto y a la presión. A medida que progresa, el lipedema puede provocar problemas de movilidad y reducción de la calidad de vida de quienes lo padecen.
El lipedema es una enfermedad crónica y progresiva, lo que significa que empeora con el tiempo si no se trata adecuadamente. Aunque la causa exacta del lipedema aún no se comprende completamente, se cree que factores genéticos y hormonales desempeñan un papel importante en su desarrollo.
El diagnóstico del lipedema generalmente se realiza mediante la evaluación clínica de los síntomas y la apariencia física de la paciente. Sin embargo, en algunos casos, pueden ser necesarias pruebas adicionales, como la resonancia magnética o la ecografía, para confirmar el diagnóstico.
El tratamiento del lipedema se centra en aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Esto puede incluir terapias conservadoras, como el uso de prendas de compresión, cambios en el estilo de vida, ejercicios de fortalecimiento muscular y fisioterapia especializada. En casos más graves, se puede considerar la cirugía para reducir el exceso de grasa acumulada.
