De los antiguos ultrasonidos y el masaje de Cyriax, a la actualísima EPI, ondas de choque láser etc… son muchos los profesionales que trataban y muchos los que siguen tratando esta patología desde un punto de vista meramente local.
Por suerte muchos otros han incluido ya el trabajo de cadenas musculares contemplando vencedoras y vencidas, el ejercicio terapéutico, la neuromodulación a nivel metamérico o las movilizaciones neuromeníngeas.
Serán ya menos los que tengan en cuenta la zona cervical y con esta ciertamente la dorsal y manipulen estas zonas a nivel osteopático para tratar de normalizar su función.
Muy pocos quedarán entonces para atender a la víscera que desencadena estos desequilibrios vertebrales y casi ninguno terminará por resolver la pregunta…¿Por qué esta víscera entra en disfunción?
El proceso que conduce a la aparición de las cefaleas se inicia muy a menudo con una acumulación de factores en los que el estrés (mal gestionado y especialmente acumulado) juega un papel fundamental. Como complemento a este, la mala alimentación y otros factores entre los que sí podemos incluir a la sobrecarga mecánica pueden desencadenar la aparición del dolor.
Pero seamos honestos… este estrés mecánico por sedentarismo, trabajo estático frente al ordenador, móvil etc.. que puede servirnos de falsa coartada (hay millones de personas que tienen actividades similares) en ocasiones, no está presente en muchos otros casos de personas que tienen vidas dinámicas y sufren procesos intensos y pertinaces.
Además, el fracaso de los tratamientos médicos y fisioterapéuticos convencionales, debieran empujarnos a dudar de lo que estamos haciendo.
Desde esta perspectiva, los aspectos causales mencionados van a propiciar una alteración funcional del hígado y de la vesícula biliar, verdadero motor de la patología.
Objetivo general:
Objetivos Específicos:
Fisioterapeuta
Fisioterapeuta y Osteópata